jueves, 27 de mayo de 2010

Cómo en una habitación tan pequeña, pueden perderse los vaqueros con tanta facilidad...

El principio del fin.

Y que no me lea quien me vaya a tomar por loca (ni quien no haya visto aun el final), pues tras 2 horas en coma la madrugada del lunes, fallecí a las 8 y media de la mañana, volviendo a la vida ayer al salir de clase, habiendo digerido por fin todo lo que había pasado.
Ahora soy seis años más vieja y seis años más sabia. Seis años que han sido definitivos, que han marcado un antes y un después en el mundo de las series de televisión y que han marcado una nueva manera de entenderlas, así como una nueva manera de relacionarse con internet y, por qué negarlo, me ha otorgado una nueva manera de entender la vida, o al menos una nueva manera de interpretarla.
Sabíamos desde el principio que habría opiniones para todos los gustos acerca del final que se nos anunciaba. No pocos se han sentido decepcionados con el final, y bastantes quedaron con un sabor agridulce, algo sobraba o algo faltaba. Pero amigos, créanme, que a mí me ha marcado.
Cuando acabé de verlo y vi las críticas por un momento pensé que era yo la equivocada, que algo había fallado y estúpida de mi no me había dado cuenta conmovida por la emoción. Pero paré, reflexioné, y comprobé que nada se había escapado de entre mis dedos. El último capítulo de Lost ha sido extraordinario y no tiene más vuelta de hoja, nadie nunca habría podido otorgar mejor final a esta mítica serie.
No deis importancia a las preguntas sin respuesta, la isla es especial, no hace falta nada más. Las teorías e interpretaciones acerca de dichas preguntas son lo bonito de la serie, no queráis ser tan racionales como lo era Jack en su principio, pues al final, contra todo pronóstico, lo racional queda en un segundo plano.
Un capítulo histórico, poético e impactante del que se seguirá hablando durante años y al que el tiempo pondrá en su lugar, estoy segura, al igual que el destino ha puesto en su lugar a nuestros perdidos, personas cuyas vidas mediocres dejaron atrás al llegar a la isla, lugar de salvación y donde son felices de alguna extraña manera. Juntos de nuevo, compartirán la eternidad con las personas más importantes de su vida.
Muerte, reencuentro y rayo de esperanza. The End.

lunes, 10 de mayo de 2010

Maldita sensación

Odio esa sensación. La odio y me pasa cada vez con más frecuencia.
Tengo hambre, mucha mucha hambre. Pero abro el frigorífico y no encuentro nada apetecible, salgo a la calle y no quiero nada de lo que veo, nada me llama especialmente la atención.
En realidad no sé lo que me apetece, no sé que quiero. Ni si quiera sé si lo que busco existe.
Pero luego caigo en la cuenta. Caigo en la cuenta de que lo que verdaderamente quiero es ver a esa persona que echo tanto de menos.
Hambrienta de ti.
Maldita sensación.

domingo, 9 de mayo de 2010

Solo de violín a la vida retirada

¡Qué bien vives! Me dicen algunos mientras toman unas cañas en el bar, ¡qué bien vives! Me dicen otros mientras compran, ¡qué bien vives! Me dicen los que van a trabajar…
“Qué bien vives”. Por las monedas sueltas que me dan, porque piensan que me gusta la vida fácil, porque ven que no hago nada más que estar ahí tirada en el suelo cuando debería estar estudiando para trabajar o trabajando para poder estudiar. Porque creen que mi vida consiste en esperar en la calle a que me echen monedas mientras toco cuatro notas desafinadas de violín. Dios, mi violín, mi única vía de escape de este mundo loco.

Como si ellos no vivieran bien.

Cierro los ojos, cojo el violín, lo acaricio, poso el arco sobre las cuerdas, suavemente. Odio, ira y rabia transformadas en melodía. Belleza hipócrita en la que nadie se fija, nadie consigue ver más allá.

O tal vez sí.

domingo, 2 de mayo de 2010

EL JUEGO DEL PAÑUELO

Empecemos por la única certeza de la que estoy plenamente segura y defenderé siempre: el burka es una clara sumisión de la mujer. El papel que la mujer tiene hoy día en el Islam está claro, su nulidad no ha cambiado. 
Arrastro desde hace ya tiempo un dilema moral, cultural, filosófico y antropológicode este asunto, y como estoy harta de arrastrar, lo voy a soltar: creo que no debería prohibirse el burka. No deberíamos prohibir un velo proveniente de una cultura distinta a la nuestra sólo porque vivan en nuestro país. ¿Acaso nos gustaría que ellos nos obligaran (que seguramente lo harían) a llevar velo? ¿Acaso nos gustaría que nos obligaran a hacer algo en contra de nuestras creencias y nuestra cultura? Y recalco obligar, porque la palabra es la clave.
Jugamos con ellos, jugamos con nosotros mismos. Inventamos leyes, nos gusta mandar a otros que ocupan nuestro territorio. Nos creemos progresistas y no somos más distintos que ellos, hacemos lo mismo: en la prohibición está la pálida muestra. Esto no es un juego, aquí no hay ganador ni perdedor, no hay normas, no hay fullería y no hay territorios.
Cuando un inmigrante para a formar parte de otra sociedad, para vivir en ella, tendrá que aceptar una serie de normas, pero también rechazará otras por no ser compatibles con sus creencias. Si el inmigrante siente que su propia cultura es mala, y se siente rechazado e incluso humillado por el país de acogida, cualquier acercamiento que haga a él lo sentirá como un alejamiento de su país de origen, y por lo tanto reaccionará mostrando signos de su diferencia. El choque de culturas en un mismo espacio es el problema que se nos plantea aquí, como siempre una se impone sobre la otra.
En realidad siempre que pienso en estas cosas todo me lleva a la misma base, que esto no es un problema educativo o religioso, sino una cuestión antropológica filosófica que te cagas, el ser humano al fin y al cabo es una tabula rasa y para él la cultura lo es todo. Nuestra cultura lo es todo para nosotros, su cultura es todo para ellos... estamos tan seguros de que llevamos la razón como lo están ellos.
Si queremos ser de verdad progresistas no podemos seguir imponiendo lo nuestro a la fuerza. Aquí hay que ser más listos e ir por el paso de la educación y la igualdad. Existe una naturaleza humana, no sabemos exactamente cómo es, pero intuimos que conforme a ella las diferencias biológicas entre hombres y mujeres no justifican recorte alguno en los derechos fundamentales de la mujer. Y esto, dejando a un lado la cultura, debería ser mundialmente reconocido, siempre a través de la palabra y no de la fuerza.
Como he dicho estoy en un dilema y abierta a otras propuestas. Pero que no sigan comparándome el burka con la gorra, por favor.