jueves, 14 de junio de 2018

La espera.

Confieso que dudo de mis actos, ignorancias y tinieblas.
Que me siento ajena a mi propia identidad,
siendo ella la titiritera que en la sombra sostiene mi peso,
a veces ligero,
a veces muerto.

Pero ayer mi alma era pluma.

Me senté frente a él,
pensé,
hablé,
reafirmé mi existencia.

Le habría hecho sentir el vacío de la nada
si no hubiera actuado como él esperaba,
como marca el sistema.

Quién es él.
Por qué quiere mi luz.
No puedo leer su voz,
no parece asustado de su propia existencia.
Dudo de la transcendencia
que tiene la presencia efímera
que intento proyectar.

Ahora vivo en pausa.
Esperando un segundo encuentro,
el siguiente asalto.