lunes, 29 de septiembre de 2014

Casi ocho. Te pierdo, parte II.

Me encuentro pero me pierdo, me elevo y me caigo. Algo falla, algo no está bien.
Se acabó, o no, ¿descanso? en absoluto, mi cabeza cuando más trabaja es en estado agónico.
Y ahí están, allá arriba, ya puedo verlos. Pero ese taladro cerebral en mi cabeza que nunca duerme vuelve para recordarme, cuando hasta llego a tocarlos con la yema de mis dedos, que nunca los alcanzaré.
En mitad de un nuevo silencio eterno sólo me queda esperar. Vuelvo a la eternidad.
No quiero otro amanecer así. Vuelve. Por favor, vuelve.



domingo, 28 de septiembre de 2014

Situaciones.

Mis tendencias depresivas se han evaporado para dar lugar a las agresivas, coincidiendo con que ya me he acostumbrado a pasar por esa calle y no acordarme de ti.
Estoy bien, aparentemente. O mejor dicho, objetivamente. La realidad es que ahora mismo no me importa mi vida lo más mínimo. Y no hablo de que me dé igual vivir o morir, me refiero a que me da exactamente igual cómo se desarrolle esta historia.
Mi piel es mi traje de supervivencia frente al mundo. Permanecer siempre de pie y no tropezar jamás, aunque a veces apriete y ahogue. Al fin y al cabo, resucitar de entre los muertos nunca ha sido fácil.

Y sigo sin pedir consejo a los vivos, porque entre tanta mentira temo que alguien un día me diga la verdad.

Prefiero seguir estando muerta y no correr el riesgo.

En serio.