De pronto dejó de importarme. Los días comenzaron a ir, ni bien ni mal, solo a ir, solo respirando. Empecé a sonreír a los que quisieron derribarme y a ser buena con los equivocados.
A ti te ignoré hasta convertirte en un desconocido con recuerdos en común que pronto se tornaron olvidos forzados. Te obligué a irte.
Los momentos del pasado se sucedieron uno tras otro hasta convertirse en polvo, la nada inundó mi cuerpo y mi mente y durante meses dejé de ser. No existí, para el resto seguía ahí, solo los que se esforzaron vieron cómo desaparecí del mundo.
Pelearon, hicieron lo imposible para hacerme reir, y lo consiguieron. Pero no fueron capaces de mantener la sonrisa, reservada para quien nunca me desnudó hasta las entrañas.
Creé un nuevo final dominado por el frío. Y me quedé ahí, con los ojos cerrados pensando en ese lugar, en ese momento, esperando a que llegara.