El sueño siempre es el punto de comienzo de una historia que no casa con la realidad de uno, pero que está en el subconsciente deseoso de cumplirse y convertirse en la mejor de las verdades.
Por ello, discúlpame por la escasa originalidad de este escrito, pero si no empezara con un "hoy soñé contigo", mi onírica realidad perdería todo el sentido.
09:26.
Pocas veces se recuerdan sueños con tantos detalles. Pocas veces se conservan en la mente tantos recovecos de un lugar, tanto recuerdo de su delicadeza. Pasan las horas, y todo sigue ahí, inamovible.
12:03.
Comienza a ser absurdo. Quiero borrarlo todo. Borrarte a ti. Me estoy riendo desde minutos después de despertar. Llevo casi tres horas así. No pienso darle mayor importancia ni mayor tiempo mental a un encuentro onírico que no se cumplirá jamás.
16:54.
Fue mágico sentirte tan cerca, rodeada entera de ti. Tus hombros. Tus brazos. Tu pecho. Tú. Incluso en el sueño, la realidad se mostraba frente a nosotros, pero no lograba alcanzarnos. Adaptamos la verdad a nuestro convenir, jugamos con ella, la inventamos y moldeamos para conseguir estar juntos unos minutos más. Fue imposible perturbar el encuentro de dos almas que chocan, pero que en aquel mundo funcionaban juntas, como una sola.
Ningún detalle de lo que ocurrió allí se borró de mi mente. Desde entonces tengo días en los que me cuesta atender a la realidad. No me arrepiento de nada, no existe el destino, la determinación ni las piedras en el camino. Simplemente la vida, las cosas, fluyen.
Sigo con mi vida. Hasta que consigas volver.
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