lunes, 29 de septiembre de 2014

Casi ocho. Te pierdo, parte II.

Me encuentro pero me pierdo, me elevo y me caigo. Algo falla, algo no está bien.
Se acabó, o no, ¿descanso? en absoluto, mi cabeza cuando más trabaja es en estado agónico.
Y ahí están, allá arriba, ya puedo verlos. Pero ese taladro cerebral en mi cabeza que nunca duerme vuelve para recordarme, cuando hasta llego a tocarlos con la yema de mis dedos, que nunca los alcanzaré.
En mitad de un nuevo silencio eterno sólo me queda esperar. Vuelvo a la eternidad.
No quiero otro amanecer así. Vuelve. Por favor, vuelve.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Oscuridad, tinieblas en mitad de tu guerra más orgánica. Yo sólo pude calarte pero no me dejaste, nunca. Salió el monstruo debajo de tu cama, no hay paz.
Por la noche, cuando el mundo se apaga, tu taladro ensordece. Ruido que yo puedo callar, yo en la Noche, tranquilidad. No me pongo "melodramacursi" que te da la risa, pero es como si hubiera un laberinto con miles de salidas y yo supiera cual conduce a ese apartamento aún sin coordenadas, o allá donde tu sangre, desde que naciste, se derrama.
Donde haya un Océano de paz.
Quizás el problema fue creernos eternos en un mundo de efímeros. Podría volver, pero es que nunca llegué a irme, ya no tengo Luna que seguir ni Océano donde perderme.