miércoles, 13 de julio de 2011

Todos sabemos que la consecuencia de ser diferente
es pagar un precio por ello...

Pero no nos importa pagarlo una y otra vez,
pues es lo que más merece la pena.

martes, 12 de julio de 2011

Hasta el infinito y más allá

Hoy se va una gran parte de mi. Volverá, me lo ha prometido, tiene que cumplir con su palabra. Porque nuestras promesas valen más que cualquier otra, son las promesas de dos personas que llevan juntas toda la vida.
Pienso que intento darle fuerza a la promesa por miedo al no retorno, a esos días de alegría plena, llenos de risas, complicidad, amor. Amor... Durante cinco meses aprenderé que se sufre también por amor a una amistad grande. Entonces, pensando esto, me entra el miedo, no quiero sufrir... Y cuando llego a este punto paro y cambio. Es como si mi cabeza le dijera al corazón, "¿quieres dejar de ser dramático? Van a ser cinco meses estupendos, van a ser pura aventura, lo que siempre habéis querido ambas, esta experiencia os va a hacer vivir". Lo sé, pero hay tantísimas cosas que echaré de menos... Esas risas por tonterías como las de ayer, por ejemplo, ¿con quién las voy a tener mejor que con mis dos alfas? ó ¿quién va a entender mis exageraciones descomunales mejor que ellas?
Nos vemos poco, pero cuando nos vemos siempre son encuentros memorables. Ayer me quedé parada de camino a mi casa, a punto de volver a la de mi vida que se va, pero con toda la impotencia del mundo me fui: hoy hay que hacer cosas, cosas importantes, y debía levantarme muy temprano. Seguí andando y pensando en todas aquellas noches que recuerdo en su casa, o ella en la mía, no voy a olvidarlas nunca. Por eso tengo miedo del no retorno, tiene que volver, tenemos que volver a dormir juntas, como antes, como siempre. Tenemos que volver a ser una. Así que vuelve, y no me hagas ir a por ti.

viernes, 8 de julio de 2011

Las tardes

Le doy un trago más a la botella. Esta vez abro tanto la boca que derramo algunas gotas en mi ropa. Llevo toda la tarde sentada en el mismo sitio, sin moverme ni un ápice, sólo cambiando el cruce de piernas cuando una se cansa de soportar a la otra. Las vistas del puente romano son más bonitas que nunca, o es que nunca me he fijado tanto como hoy. Pienso en traer a esa persona pronto para que comparta este paisaje conmigo, pero rechazo la idea rápidamente: esa persona ya no está, y puede que ya no esté nunca más. Quiero decir, esa persona sigue existiendo para ella misma y para el resto de personas que la rodean, pero no para mí. Hace meses que no la reconozco y hoy una llamada telefónica la ha convertido en completa desconocida. Desde el momento en el que colgó el teléfono he permanecido en estado de shock: el mismo lugar, la misma postura, la mirada fija en un punto, el teléfono emitiendo el sonido de línea cortada en mi mano y oreja derechas. Finalmente decido apartar el aparato de mí y dedicarme únicamente a escudriñar cada detalle del paisaje, examinándolo con detenida atención, centrando toda mi energía en el sentido de la vista y no dejando espacio a nada más. Pero es imposible dejar de pensar cuando tienes vistas a un paisaje. Sólo los primeros 30 segundos, como máximo, los empleas plenamente en él. El resto del tiempo que permanezcas mirándolo será para pensar en aquello que te reconcome, que te molesta, pero que no consigues sacar de ti. Pensar en aquella persona que se fue y que puede que no vuelva nunca más. Y así pasan las tardes de esta semana de verano, conmigo sentada en lo alto de un muro de piedra, mirando a la nada, con un cielo lleno de mini-batman que revolotean sobre las cabezas de los demás.

martes, 5 de julio de 2011

TEST PROUST Y ALGO MÁS

¿Quién eres? Depende. Depende de si eres tú el que me mira o si soy yo. Depende de si estamos solos o rodeados de gente. Depende de el momento y el lugar. Del tiempo y del espacio. Soy relativa hasta para mi misma.

¿A dónde vas? A donde me lleven el dedo índice y corazón. Corren tan deprisa cuando los dejo correr por el suelo, las paredes, las mesas, el aire... Corren tanto que incluso adelantan a mis pies. Mis manos son las que guían mis pasos.

¿Con quién? Con quien quiera compartir mi camino.

¿Cuál es su mayor temor? El dolor emocional, supongo. Me afecta más el de la gente que me rodea que el mío propio.

¿Qué idea tiene de la felicidad completa? Amar, escribir, dedicarme a lo que quiero en cada momento, ser amada, compartir.
¿Qué es lo que menos le gusta de usted? Puede que mi inestabilidad y mis reacciones pasionales (no todas son positivas).
¿Qué rasgo deplora más en los demás? La hipocresía. La necesidad de algunas personas de aparentar, de alejarse lo máximo posible de la realidad.
¿Cuál es su mayor extravagancia? Mi personalidad.
¿Con qué figura histórica se identifica mejor? Soy una mezcla de Cleopatra, Mary Wollstonecraft y Gerda Taro.
¿Cuál es su viaje favorito? Londres. Por ahora. Pero podría ser también cualquier viaje sureño con buena compañía.
¿Cuál considera la mayor virtud?  La inteligencia y la bondad. Pero si tengo que elegir una, la bondad.
¿Es también la suya? No soy tonta ni soy mala. Pero no tengo esos atributos pulidos del todo. Estoy en ello.
¿Qué detesta de su apariencia? Mi dedo del pie al más puro estilo E.T.E, una preciosidad.
¿Cuál es la persona que más desprecia? Cualquiera que haga daño a otras.
¿Qué palabra o frase usa con más frecuencia? Adorable y querido/a, muy populares últimamente.
¿El mayor amor de su vida? Mi mamá.
¿Cuándo miente? Cuando me acorralan y no veo otra salida posible.
¿Su héroe de ficción favorito? Arwen.
¿Qué considera como su mayor éxito? Mi propia superación.
¿Cuál es su tesoro más querido? Mis diarios.
¿Su ocupación favorita? Leer, escribir, hacer el amor, la música, el cine.
¿Cualidad que prefiere en un hombre? El sentido del humor y la inteligencia.
¿Y en una mujer? Lo mismo, además de la complicidad.
¿Los defectos que no soporta de ambos? La prepotencia, la pedantería y la inmadurez.
¿Cuál sería su mayor desgracia? Perder a la gente que quiero, el abandono. La peor de las soledades.
¿Cómo le gustaría ser? Feliz. Más. Siempre.
¿El color que prefiere? El violeta. Antes el amarillo, pero fui generosa y se lo cedí a los mosquitos.
¿Su flor favorita? Tulipán.
¿Un olor que recuerde? El perfume de mi abuelo. No quiero olvidarlo jamás. También el Axe chocolate mezclado con el olor corporal de esa persona...
¿Un pájaro? El Ave Fusil Magnífica. Vaya ejemplar. Los agapornis también tienen lo suyo.
¿Admira algún hecho militar? La Revolución de los Claveles. Y ninguno más.
¿Qué busca en sus amigos? Complicidad, lealtad, sentido del humor.
¿Cuál señalaría como la mayor bajeza? La traición, en especial la traición a uno mismo.
¿Dónde le gustaría vivir? El dónde no es lo importante, lo importante es con quién.
¿Qué talento le hubiera gustado tener? Haber seguido tocando el violín y poner el vello de punta al público al hacer sonar Requiem por un sueño. Ser una domadora del pincel y el lienzo tampoco habría estado mal.
¿Sus escritores preferidos? G.A. Becquer, Franz Kafka, Julio Cortázar, G.G. Márquez, Eduardo Galeano, Paulo Coehlo, Jordi Sierra i Fabra... y miles más que conozco y me quedan por conocer.
¿Músicos, compositores? Bach, Chopin y Verdi de los clásicos. De los actuales no hablo, que no acabo.
¿Pintores, otras bellas artes? Kandinsky, Sorolla, Monet, Van Gogh, Dalí, Frida Cahlo… La escultura de Eros y Psique de Canova es especial.
¿Tiene héroes de carne y hueso? Admiración por mucha gente, sí. Héroes no, ni espero tener.
¿Cómo le gustaría morir? De viejita, la abuelita Sara del pelo azul, habiendo hecho y dicho todo lo que tenía que hacer y decir y con una sonrisa de triunfo: morir realizada, feliz, en paz.
El juego de la reencarnación consiste en elegir la persona que querría ser si pudiera elegir. Volvería a ser yo. Sara 2.0.
¿Bajo que bandera batallaría? La del pueblo. En las batallas contra los poderosos, el pueblo ha demostrado llevar siempre la razón. Siempre.

¿Qué don de la naturaleza desearía tener? Es una pregunta que nadie nunca me ha hecho pero que me he cuestionado yo muchas veces. Sin duda sería poder volar. Hubo un tiempo en que no paraba de soñar con lo mismo, que volaba, era tan real...
Dígame sus nombres favoritos. Erika, África, Eva, Lara. Lucas, David, Carlos, Hugo.
¿Cuál es su lema? Hasta los planetas chocan, y del caos nacen las estrellas.
¿Su mayor aversión? La soledad no buscada.
¿De qué se arrepiente? De aplazar constantemente los abrazos y las conversaciones que le debo a algunas personas.
¿Tiene alguna pasión? Estoy sujeta terriblemente a las pasiones. Soy muy primitiva.
¿Estado actual de su espíritu? Melancólico y algo perdido. Intenta encontrarse en medio del caos. Busca su lugar.
¿Qué se pregunta usted? 
¿Seré feliz?