Los enanitos verdes puñeteros son esos seres que, a la vista humana, no son (todos) enanitos, verdes ni puñeteros. Son tus amigos, que a veces les gusta disfrazarse de enanitos verdes puñeteros. No es un disfraz apreciable a simple vista, pero ahí está. En todo su esplendor.
La característica principal que define la personalidad de los enanitos verdes puñeteros es su gran afán por provocar tristeza, dolor o, simplemente, eliminar toda buena intención de hacer algo. Expertos en la materia, los enanitos verdes puñeteros saben que, a través de la palabra, el dolor se hace tangible. Estos enanitos pueden llegar a convertirse en criaturas oscuras si su nivel de experiencia es elevado.
Si uno de estos pequeños enanitos enferma, el resto de los enanitos enferman también. Y esto provoca el caos, la guerra, la crueldad... Lo más injusto. A veces, situaciones más drásticas provocan bajas. Hay enanitos que caen en el camino, otros sobreviven y consiguen volver a convertirse en humanos para seguir con su vida anterior. Lo normal es que ocurra lo segundo, pasado uno o dos días de la dramática fiesta de disfraces. Pero a veces hay enanitos flojos que no consiguen sobrevivir, y con ello, amistades que fallecen.
Mis enanitos verdes puñeteros ya han empezado la guerra. Pero rezaré para que no tenga que empezar el funeral.
domingo, 27 de febrero de 2011
sábado, 26 de febrero de 2011
Lux
Acaba otro día de rutina alternativa. He intentado mantenerme ocupada todo el día, y lo he logrado. Ningún pensamiento no deseado ha abrumado mi cabeza. Agotada y feliz por mi triunfo, me acuesto en la cama, apago la luz de la seta naranja que alumbra mi mesita y cierro los ojos. Comienzo a ver.
Lo que en un principio era nada se convierte en manchas, luego en formas, en colores... Luego en historia.
Una fuente de luz muy fuerte viene hacia mí, ahora todo es visible. Estás tú, y a lo lejos aparezco yo. Lo recuerdo sin esfuerzo. Dos figuras hiladas nos representan. Juegan a ser humanas. Se enlazan y bailan juntas, se resbalan, deshacen y vuelven a hacerse juntas. Viven.
Pero una tira de la otra fuera de mi campo de visión, de forma muy enérgica. Mientras la otra intenta resistirse suavemente, zarandeándose de la manera más dulce jamás imaginada. Me quieres llevar, pero me resisto. Entonces me desenredas, y te separas de mí. Se hunde un dolor punzante en mi costado.
No sé que acabó sucediendo, sólo sé que al despertar sentí dentro dardos. Y nada más.
Lo que en un principio era nada se convierte en manchas, luego en formas, en colores... Luego en historia.
Una fuente de luz muy fuerte viene hacia mí, ahora todo es visible. Estás tú, y a lo lejos aparezco yo. Lo recuerdo sin esfuerzo. Dos figuras hiladas nos representan. Juegan a ser humanas. Se enlazan y bailan juntas, se resbalan, deshacen y vuelven a hacerse juntas. Viven.
Pero una tira de la otra fuera de mi campo de visión, de forma muy enérgica. Mientras la otra intenta resistirse suavemente, zarandeándose de la manera más dulce jamás imaginada. Me quieres llevar, pero me resisto. Entonces me desenredas, y te separas de mí. Se hunde un dolor punzante en mi costado.
No sé que acabó sucediendo, sólo sé que al despertar sentí dentro dardos. Y nada más.
sábado, 5 de febrero de 2011
A medias.
No prometas. Ni jures. No me hables de fantasías, de sueños, de tus planes futuros conmigo. No me hables de esa caravana que acumula viajes, ni de esa playa perfecta, ni de su puesta de sol. Hablar de eso sería un error. Porque todo eso es mentira.
Mitad niña, mitad mujer. Cojo lo peor de cada una. Una niña inocente, confiada. El mundo es bello, la vida es bella, y las personas también. Nadie va a hacerme daño, ¿por qué iba a hacerlo? Prométeme el cielo y lo esperaré. Esperaré días, meses, incluso podría esperar años, pero mi paciencia tiene un límite, y ahí aparece la mujer.
No soy la niña a la que prometes y al día siguiente olvida. Soy la mujer a la que, después de haber mantenido tanto tiempo como niña ilusionada, destruyes la esperanza. Y eso duele. Y no se olvida. Y es en este momento cuando echo de menos la fase de niña ingenua. O cuando deseo ser una mujer de coraza con los pies en la tierra.
Maldita madurez a medias.
Mitad niña, mitad mujer. Cojo lo peor de cada una. Una niña inocente, confiada. El mundo es bello, la vida es bella, y las personas también. Nadie va a hacerme daño, ¿por qué iba a hacerlo? Prométeme el cielo y lo esperaré. Esperaré días, meses, incluso podría esperar años, pero mi paciencia tiene un límite, y ahí aparece la mujer.
No soy la niña a la que prometes y al día siguiente olvida. Soy la mujer a la que, después de haber mantenido tanto tiempo como niña ilusionada, destruyes la esperanza. Y eso duele. Y no se olvida. Y es en este momento cuando echo de menos la fase de niña ingenua. O cuando deseo ser una mujer de coraza con los pies en la tierra.
Maldita madurez a medias.
miércoles, 2 de febrero de 2011
No es por ti, es por mi.
Muertísima de sueño un miercoles a las doce de la noche después de un día horrible entre apuntes, ordenadores y bolígrafos que derraman tinta en tu boca porque sí. De cañas de chocolate a las dos de la tarde y de lentejas a las seis. De medicamentos para la garganta que se creen somníferos y de chocolatinas que en lugar de animarte te hunden, bajo el suelo, llevándote muy hondo, profundísimo.
Pensaréis, como yo también pienso, que por qué sigo aquí, contando pegoletes (amo esa palabra) en lugar de estar en la cama cerrando los ojos muy muy fuerte y deseando con toda el alma que este día acabe ya.
No es una entrada triunfal, de esas que escribes y, una vez acabadas, dibujas una sonrisa, exterior o interior, creyendo que has hecho algo reconfortante que gusta a los demás. Esta es una entrada que no os va a hacer quedar agusto a vosotros. No la he hecho por vosotros. La he hecho por mi. Sólo he pasado por aqui para soltar una cosita que tengo en mente que me va a hacer sentir mejor. Y es que sé que, cuando todo esto acabe, y a todo me refiero a exámenes, becas, agobios y caos, las cosas van a cambiar. Van a cambiar aquí. Van a cambiar en mi. Y van a cambiar mucho.
Pensaréis, como yo también pienso, que por qué sigo aquí, contando pegoletes (amo esa palabra) en lugar de estar en la cama cerrando los ojos muy muy fuerte y deseando con toda el alma que este día acabe ya.
No es una entrada triunfal, de esas que escribes y, una vez acabadas, dibujas una sonrisa, exterior o interior, creyendo que has hecho algo reconfortante que gusta a los demás. Esta es una entrada que no os va a hacer quedar agusto a vosotros. No la he hecho por vosotros. La he hecho por mi. Sólo he pasado por aqui para soltar una cosita que tengo en mente que me va a hacer sentir mejor. Y es que sé que, cuando todo esto acabe, y a todo me refiero a exámenes, becas, agobios y caos, las cosas van a cambiar. Van a cambiar aquí. Van a cambiar en mi. Y van a cambiar mucho.
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