A nuestra manera, cambiamos de piel. Como hacen las serpientes. Estamos entrenados para arreglar lo que está descompuesto. Un fallo, un descuido, una arruga. Un límite es un símbolo de debilidad frente a los demás. Debemos estar preparados y hacer todo lo posible para evitarlo.
Los huesos se rompen, los órganos se desgastan, la carne se desgarra. Nosotros podemos coser la carne, reparar el daño, cambiar de piel.
Soy una roca. Soy una isla. Ese es el lema de las personas que quieren aferrarse a su piel y la quieren mantener para siempre, sin cambiarla. Pero por mucho empeño que le pongamos, la piel no es eterna, hay que renovarla, para bien o para mal. La vida es larga.
Muchas veces el cambio no se nota, los demás no lo ven, no lo sienten. Pero nosotros sí. Cambiamos, consciente o inconscientemente y, cuando lo hacemos, lo sentimos en lo más profundo de nuestro ser. Y así lo sentiremos, hasta que volvamos a mudar la piel. Como hacen las serpientes.
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