Dime qué te sostiene en pie y que por eso sabes cuánto falta para caerte. Dime que sabes tan bien como yo cuando el cuerpo avisa, porque el cuerpo sabe cosas que la razón aún no, el cuerpo intuye, percibe, respira, lo siente todo.
Mi cuerpo me está diciendo que frene, que no luche, que tengo que dejar de pelear. Pero me da miedo hacerle caso. Me da miedo que frenar signifique quedarme en un lugar que no me gusta, donde no tengo yo el mando, donde el poder lo tiene de nuevo el tiempo y la espera y la paciencia.
Soltar el control es soltar lo que he construido como mi identidad durante muchos años. Si suelto el control, ¿qué me queda? Fluir como un ente pasivo, entender por fin que soy un ser conectado a fuerzas mucho más poderosas que yo, como las olas y los vientos, y rendirme a ellas sin oponer resistencia.
A lo mejor es eso. Rendirse un rato, aprender a perder. Dejar morir esa parte que ya no va, que ya no se fusiona con las mareas ni vuela con los vientos. Soltar el cable a tierra, ese que mi cuerpo sabe que ya se fundió.
Viene un tornado.