miércoles, 12 de marzo de 2014

Casi ocho. Te odio, parte I.

Agua tibia y cuerpo en tinieblas. Suavidad externa en mitad de mi guerra orgánica. Sólo tú sabes calarme. Pero no estás, nunca estás.
Ni si quiera en sueños.
No te pongas melodramacursi porque me da la risa.
A veces casi maldigo en voz alta tu nombre, pero tengo que hacerlo en silencio. Nunca nadie puede escucharme hacer esto por ti, contra ti, para ti.
Te odio, sí, te odio: pero a medida de que te odio se me van haciendo necesarias las palabras; tengo que gritar. ¿Comprendes? Si tú no fueras tú, no diría esto. Porque tú tiene que ser tú, diferente, exclusivo, único.
Tienes que oír mi grito de amor con su voz, tocarlo con su carne y aceptarlo como es. Desnudo. Libre.

lunes, 3 de marzo de 2014

Precipicio.

El hielo se descongeló, entonces sintió lo que nunca quiso, creyó en lo que nunca pensó. Ocurrió durante el primer acercamiento al calor de sus mejillas, pálidas, tersas, cálidas. Durante la primera mirada que cruzaron, llena de rayitos láser que disparaban ciencia ficción. Durante el momento en el que fuego descubrió que hielo vivía la fantasía escrita, fruto de una imaginación irrealista que nunca cesará, haciendo eses, repartiendo arañazos, luchando por la verdad palpable.


Hay una pila enorme de ropa.
Sobre el suelo de mi habitación.
Desearía que fuese tuya.

Pero aún vive aquí un monstruo, aún no hay paz.