Depende. Depende de si eres tú el que me mira o si soy yo. Depende de si estamos solos o rodeados de gente. Aunque la realidad es que soy un lobo, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva.
¿A dónde vas?
A
donde me lleven dedo índice y corazón. Corren tan deprisa cuando los dejo libres por el suelo, las paredes, las mesas, el aire... Corren tanto que
incluso adelantan a mis pies y mis pensamientos. Mis manos son las que guían mis pasos.