sábado, 4 de junio de 2011
Me gustas, oscuridad
Una tarde más en el paraíso, que seguramente se volverá a alargar hasta media noche. Aquí el tiempo se escapa entre los dedos, nada es cronológico ni temporal, todo es eterno y podemos alargarlo tanto como queramos. Poder adentrarme en este mundo es mi deseo de todos los días, me levanto con ese pensamiento, lo pienso hasta la tarde y espero ansiosa a que llegue. Tras media noche, vuelvo a la cama pensando en que mañana se volverá a repetir. Y así.
Un deseo que se convierte en rutina, imagínate. Una rutina que se desea es algo que, además de haberse hecho a tu cuerpo y a tu vida, quieres que siga siendo así. No quieres cambiarlo, estás perdido si lo cambias, ¿cómo vivir sin ese paraíso rutinario? ¿Acaso hay vida más allá de esto?
Fuera de mi paraíso, todo es cronológico, temporal. Tú y yo lo somos. No hay eternidad. Lo he decidido, he de volver a ser. Esta será nuestra última tarde paradisiaca, vuelvo a la realidad. No te preocupes por ti, tú ya vives en ella. Y tampoco por mi, he salido de cosas peores. Aprovecharé la oscuridad de este paraíso de persianas echadas para despedirme de él con lágrimas invisibles, sabiendo que me esperan meses duros, pero futuros reales.
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