domingo, 27 de junio de 2010

Desmontando nuestras cuatro paredes.

Santuario.
Eso era lo que significaba para nosotros aquel espacio. Aquellos 16 metros cuadrados llenos de colores, Ches, confidencias y, de vez en cuando, pelusitas rodadoras.
Allí es donde nos conocimos. Pasaban las noches y nos íbamos abriendo al otro, al principio nos costaba mucho, pero con el tiempo comprendimos que era nuestra mejor terapia. ¿Quién necesita psicólogos, psiquiatras o estupefacientes, teniendo aquellas cuatro paredes?
Noche tras noche, nunca mañanas, ya te dije que no me gustaba. Tú conseguiste hasta cambiarme aquel "mal hábito" que arrastraba desde hacía años.
¿Y yo? Pensando rápido me vienen a la cabeza tres logros: tomate en tus pizzas llegando hasta los bordes (¡sin miedo a mancharte!), mucha música y, ampliando la famosa Teoría de las Tres Ces, mis seis Ces: cama, cabeza fría, cuerpo caliente, cariño, cosquillas y caricias.
Tuvimos un lugar perfecto, donde escondernos y no tener miedo, mirándonos directamente a los ojos, inventando allí nuestro pequeño nuevo universo.
Pasarán y pasarán los años, y mi memoria sufrirá los estragos del tiempo. Podré olvidar lo que hablábamos, incluso podría olvidar lo que hacíamos, pero jamás podré olvidar lo que me hacías sentir. Mi cama, tú, yo entre tus brazos: Santuario.